POEMAS SIN DUEÑA

Espera
En mi cuerpo algo te espera todavía.
Algo en mi cuerpo en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.

Aquella voz que te llamaba es ésta.
Ven rápidamente Mis brazos se hacen enormes, huyen
donde estaban los tuyos la noche aquella.

Ven rápidamente  La tierra tiembla,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.
Como se retozaría el alma
si vinieras...

Sin esperanza, en la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.

Playa
A tu  playa he llegado. Tengo un otoño, un pájaro
y una voz desusada. Tú me esperas: el mar,
una pasión y un fruto. Y tiene nuestro encuentro
el vuelo, las olas. Seguros, proclamados.

He venido a tu orilla con los brazos abiertos
y ahora ya soy el viento que no termina nunca,
la arena donde el agua sujeta sus mensajes
y la  marea alta para elevar  tu sueño.

Dime si estoy pendiente de mi diario trabajo,
si alcanzan para tus oídos mis tristísimos poemas
o si a mi sexo vive el mejor enero en  tu carne.

De tu playa me iría si ahora me dijeras
que te amo solamente como los hombres aman
o que mi voz te suena como todas las voces.

Quiero
Quiero recorrer tu cuerpo, tu oscuridad, tu luz,
meterme en tu silencios,
gozar con tus olores, con el mar de tu sexo.

Quiero conocer tu cuerpo, tus caminos,
la gruta tibia, las secreciones,
el sexo único, las vísceras ocultas,
esa historia secreta que va trenzando el tiempo.

Quiero memorizar tu cuerpo, los susurros,
tus labios cuando besan o nombran a mi cuerpo,
el fuego de la lengua, la humedad de la piel.
Tu aliento que sabe a vientos, a estrellas, a himnos.

Quiero ser dueño de tu espalda  sudorosa que delimita
con un placer diferente, inabarcable.

Serenidad
Llegas a mí, te acercas y te anuncias
con tanta suavidad, que mi descanso
no alteras, y es un canto mágico,

cada una de las palabras que pronuncias.
Estás a mi lado, sin temblar, sin vacilar,
y hay encontrarse nuestros ojos una pasión tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
 profundidades en la luz de tu mirada
Y en tu vida penetro  y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al destino que nos trajo
si somos el espejo de uno mismo,
o la nueva encarnación de  un gran amor.

Ducha
Como un río, con ausencia de declives,
caminas con sigilo,
apartas la bronca y el calor,
que en la tarde habita y
aquello que pesa, en el instante
en que se despiden nuestras voces.
Tu visceral silencio.
Mi arduo aislamiento.
Se alejan y se buscan.
Mientras estás con él,
o con ellos,
o contigo misma.
O cuando tienes ganas
a las tres de la mañana.
O cuando vas en ómnibus...
O cuando regresas, cansada,
y te duchas.
Sin mí.

Llamado
Llámame desde tu lealtad de seda;
no hay nada más verdadero.

Creación
Antes, todo era silencioso y oscuro.
La Soledad merodeaba por una y otra parte.
Entonces, Dios dijo: "Hágase el Amor".
Y, desde aquel instante,

empecé a amarte.
Pero luego, el Amor dijo: "Hágase el Olvido".
Y ahora, todo es como

Antes

Transmutación
Con tus lágrimas haremos
alas de gaviotas sonrientes
que volarán hacia el mar
alejando la tristeza
que te envuelve.

No estés triste, porque yo,
si estás triste, me deshago
y pierdo el alimento
de tu sonrisa cálida.
Tu alegría me da la vida
como el sol, la luz y el calor.

Por eso quiero verte contenta,
para no verme solo,
para no verme triste.