Porque la vida continúa

POEMAS SIN DUEÑA

 

En mí casa

Te cuento que acá no existen

la deuda externa

el costo beneficio

Las mentiras del INDEC

ni el impuesto al amor

NO existen ni las mareas ni los huracanes

tampoco terremotos ni los contratiempos

Las diez

dos mil cuatro minutos horas segundos terceros cuartos cuartetos

febrero marzo de 2011 3000

Argentina Júpiter

peronista radical ¡que importa!

de las puertas para adentro no hay números

distancias carteles banderas

de las puertas para afuera los demás

de las puertas para adentro vos y yo.

 

Estoy

Me siento así

perdido  

solo  

triste

sin saber siquiera

donde queda el piso

o peor aun el cielorraso

Por estos dias siento

que lo firme se licúa

las paredes se esfuman

y el piso se escapa

Mis pies que ahora cuelgan

libres no se sienten

se pierden    se mezclan

se estiran    se alargan

Mis manos buscan

aferrarse a la nada

me quedo flotando

fluctuando   dudando

esperando    llorando

perdiendo    ganando

y me encierro    me abro

me cuelgo    amarro

pero caigo    igual caigo

y en la caída no hay nada

solo la infinita esperanza

de que por una vez

sea yo el salvado

sea el que se sienta seguro

sea a quien (¡al fin!)

alguien le extienda su mano.

 

Espejos

La manera de peinarte desnuda
ante el espejo húmedo del baño,
de apresar en la palma tu cabello
para escurrir el agua y agacharte
en medio de palabras que no entiendo;
el acto de secar tu piel, la forma
de sentir con las yemas una arruga
que ayer no estaba, o de pasar la toalla
por la suavidad oscura de tu pubis;
el modo de mirarte a vos,

con vos tan cerca y tan lejana, concentrada,
en una intimidad que a mí me excluye,
son gestos cotidianos de sorpresa,
ritos que desconozco al observar
las mismas ceremonias que renuevas
al calor de tu cuerpo y que dividen
un segundo en partículas: espacios
donde la vida expresa su sentido posible

y que se afirman al peinarte desnuda,

en las mañanas, como un fruto
que yo contemplo por primera vez.

 

¡Basta!

...¡Por Dios no me interrumpa
que estoy serenamente
mirándome el ombligo.
Con más exactitud:
Estoy haciendo un Master
sobre la soledad.
Ando a la busca
de un frenético gimnasio
donde endurecer,
aún más si cabe,
la recóndita
enredadera del cerebro.

 

Una
Sólo por una vez,
quisiera despertar para encontrarte
con tu mano tibia entre mis manos,
como si me hubieses amado siempre
y con esa sensación,
cerrar mis ojos
como si ya toda una vida hubiese concluido.

 

Ducha

Como un río, con ausencia de declives,
caminas con sigilo,
apartas la bronca y el calor,
que en la tarde habita y
aquello que pesa, en el instante
en que se despiden nuestras voces.
Tu visceral silencio.
Mi arduo aislamiento.
Se alejan y se buscan.
Mientras estás con él,
o con ellos,
o contigo misma.
O cuando tienes ganas
a las tres de la mañana.
O cuando vas en ómnibus..
O cuando regresas, cansada,
y te duchas.
Sin mí.

 

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