Opinión

LOS CULTORES DEL MÁS O MENOS

Y sí. Es una invertebrada costumbre de los argentinos. Rendimos culto al más o menos. Aplaudimos lo que nos parece que está más o menos bien. Y hasta nos movilizamos por lo que nos parece que está más o menos mal. Y nos conformamos con que en nuestras vidas, nos vaya más o menos. Más o menos bien, o más o menos mal, es igual. Y nos conformamos con políticos que hagan más o menos bien las cosas. O que sean más o menos sinceros. Aunque en esta cuestión, es sabido que no alcanzan los medios tonos. Se dice la verdad o se miente. La nena no puede estar un poquito embarazada. Está o no está. De cualquier manera, para delicia de los que detentan el poder habitualmente, cada uno de nosotros tiene incorporado un masomenómetro en su cabezota. Y con es mide, juzga, elige, vota.

No es serio, por ejemplo, que se haya incorporado al ideario  popular alguien como Mauricio Macri, que es más o menos honesto, más o menos culto, más o menos peronista, más o menos argentino. Pero claro, muy pero muy rico y muy pero muy intemperante.

También aceptamos a las encuestas, hechas por tipos que más o menos responden a uno u otro partido y que por lo tanto, sus trabajos son más o menos serios. O le creemos a medios que son más o menos honestos, que pueden contar su historia más o menos seriamente, y que más o menos están cerca de ser llevados a Tribunales, de donde más o menos pueden zafar sí ponen más o menos algunos millones de dólares. 

Obviamente, en Gesell, la cultura del masomenismo no es ajena.

Algunos políticos son más o menos conocidos y alguna vez, más o menos han hecho algo público, aunque representando más o menos a los sectores privados con mayores recursos. Pero, sería bueno que al menos una vez, más o menos se dejen de joder y trabajen por el Distrito.

Sería bueno que nosotros le exijamos más a cada uno de ellos.

Que sean tipos/pas dedicados a full a la actividad política, comunitaria, solidaria... Y que no sean tan solo más o menos tipos/pas que se dedican a ello una semana cada dos años. Claro, únicamente años impares.  Y ya que estamos, exijamos mejores medios de difusión y mejores periodistas.

Es hora que dejemos el país del más o menos.

O que lo dejemos más o menos.

 

Construyendo sobre cadáveres

Breve reflexión sobre la traición política, los medios y lo que vendrá

Desde 1983, cuando comenzó la última era democrática, se fue delineando una manera de hacer política  y lamentablemente, los verdaderos militantes del campo nacional y popular nada pudieron o supieron hacer para evitar que esa práctica de instalase definitivamente y fuera, luego, aceptada como única.

La idea de construir sobre los cadáveres amontonados de los que permitieron llegar hasta aquí, es una vieja forma de hacer política que prefiere forzar los cambios antes de ser arrastrada por una marea que intuye inminente.

Decadencia de personas torpes y sin modales que bastante se llevaron ya.

Pero como suele pasar, la debacle los encuentra absorbidos en la traición, en la filtración cruzada de infidencias, en el poco edificante ejercicio de tirar lastre por la borda –o funcionarios que vendría a ser lo mismo-, con miras a una supuesta “renovación” que por supuesto imaginan, no los comprenderá a ellos.

Hoy por hoy, los medios y sus empleados, mayoritariamente, están jugados a defender al que tiene más dinero, al que concentra más poder o al que en definitiva les puede dar de comer. Defienden, como antes hacían los ejércitos al poder económico que no acepta que existan gobiernos que les marque el territorio y que lleven adelante una batalla para lograr una más justa distribución de los ingresos.

Pero... Suponemos que esto, algún día deberá cambiar.

Así, llegarán a los diarios exhaustivas investigaciones y empezarán a prenderse las teledirigidas “luces verdes” para informar sobre ciertas prácticas de ciertos dirigentes. Bienvenida será esa primavera periodística, ese resurgir del placer por recorrer el costado incómodo del poder, “que florezcan mil flores”, como diría el viejo Mao.

Serán buenas noticias para el gran público, muy malas para el poder económico que verá con horror que aquellos a los que ahora alimenta con la carne de los enemigos políticos, cuando la comida se acabe, enfrentarán la mirada torva del periodista, que hasta entonces se mostraba tan simpático, tan comprensivo, y que ahora exigirá: “¿Y vos? ¿Qué tenés ahí en la mano, qué ocultas en la espalda?

¡A ver, mostrame!”.

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