• Porque el amor está a la vuelta de la esquina

    POEMAS SIN DUEÑA

     

    Historia

    Las lágrimas ya fueron vertidas.

    Olvidemos  el llanto y empecemos de nuevo,

    con paciencia,

    observando a las cosas

    hasta hallar la menuda diferencia

    que las separa de su entidad de ayer

    y que define

    el transcurso del tiempo y su eficacia.

    ¿Por qué llorar por el tiempo perdido, 

    por el fracaso de ese deseo hondo,

    compacto como una roca?

    No es bueno repetir lo que está dicho.

    Después de haber hablado y llorado,

    silencio y sonrisas:

    nada es lo mismo.

    Habrá palabras y actitudes nuevas para la nueva historia.

    Es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

     

    Gestos

    Guardas silencio
    y en tus ojos brillan palabras
    (yo no pregunto),
    un ángel pasa quizá incómodo,
    frágil momento,
    en que repito
    mi pensamiento
    por retenerte
    un poco más,
    por apurarte
    en los minutos
    que me concedes.
    Quedan tus gestos,
    lo que no cuentas
    y lo que dices,
    el tiempo vivo
    en que me miras
    y te expresas
    a tu manera.

     

    Noche

    La noche me implora

    que no implore ya 

    más por tu presencia

     

    La noche me habla

    me dice entre estrellas

    lunas y martes

    que allá estás    lejos

    y en algún rinconcito 

    no tan chico ni lejano

    estás acá conmigo

     

    La noche no tiembla ni vacila

    no piensa ni engaña

    esta noche de recuerdos

    sin vos

    no termina.

     

    Pedazos

    Rompí en llanto;

    No pude contenerme;

    Hubiese querido convertirme

    en cualquiera de esas pequeñas cosas

    que te nos unían pero que por una mentira

    comenzaban un viaje que te separaba de mí.

    Para siempre.

    Rompí en llanto

    o – pensándolo bien –

    el llanto me rompió en mil pedazos.

     

    Llegada
    A tu  playa he llegado.

    Tengo un otoño, un pájaro y una voz desusada.

    Tú me esperas: el río, una pasión y un fruto.

    Y tiene nuestro encuentro el vuelo, el murmullo del agua.

    Seguros, proclamados.

    He venido a tu orilla con los brazos abiertos
    y ahora ya soy el viento que no termina nunca,
    la costa donde el agua sujeta sus mensajes
    y la  creciente para elevar  tu sueño.

    Decime si estoy pendiente de mi diario trabajo,
    si alcanzan para tus oídos mis  pocos poemas
    o si mi sexo vive el mejor sexo en  tu carne.

    De tu playa me iría si ahora me dijeras
    que te amo solamente como los hombres aman
    o que mi voz te suena como todas las voces.

     

    Llegada II

    Quiero que llegues
    toparme con tu saludo de buenas noches
    sacarte tus malhumores malganados
    trastocar tu cansancio diario 
    y convertir cada uno de los sinsabores
    en suaves y tiernas palabras que te conmuevan
    y cuando haya logrado al menos una sonrisa
    mi batalla estará por fin ganada.
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