Transversalidad, construcción horizontal. El Radicalismo Popular y su aporte

TODO POR … FORTALECER…

 

Una referencia histórica

En sus orígenes el peronismo fue un movimiento que representó a las clases populares, con facetas totalitarias en un mundo fuertemente influenciado por la mezcla de militarismo nacionalista y democracia populista que representaba el fascismo. Su electorado natural eran las masas empobrecidas por la crisis del año 30. Su enemigo era el capitalismo “oligárquico” agroganadero y su aliado el nuevo capitalismo industrial protegido, que daba empleo a quienes emigraban del campo a la ciudad. El peronismo le robó las bases populares al radicalismo, que quedó como un partido que representaba a la clase media y defendía la institucionalidad democrática, pues había sido la principal víctima del golpe militar de 1930. La derecha conservadora, asociada inicialmente a los intereses latifundistas del campo, encontró su representación en los golpes militares antiperonistas que se sucedieron desde 1955 en adelante. La representación política estaba entonces segmentada por sectores económicos bien definidos.

A su capacidad de trascender su electorado original, el peronismo ha sumado su suerte (¿o inteligencia?) para no pagar los costos de sus errores. Los errores de sus gobiernos anteriores (1945-1955 y 1973-76) fueron borrados por golpes militares que lo convirtieron en víctima. Los errores acumulados en el gobierno de Menem terminaron explotándole en la cara a la administración radical de De la Rúa, lo que sepultó al radicalismo como fuerza opositora. Las tres grandes crisis de los últimos 30 años ocurrieron durante administraciones militares (1982) o radicales (1989 y 2001). Es por eso que hoy el kirchnerismo  es el partido dominante y la oposición  es una débil amenaza a esa hegemonía.

 

El desafío de la transversalidad

El peronismo se caracterizó por ser muy pragmático. La ideología le importó poco, lo esencial era mantener la maquinaria electoral ganadora.

Lo importante era retener el poder del partido y negociar cuotas de poder hacia adentro. El partido acompañaba al Presidente mientras a éste le iba bien en las encuestas y generaba las oposiciones y cambios necesarios cuando la opinión pública se da vuelta. Las encuestas son la clave, se convierten en las determinantes de las opciones políticas fundamentales. Eso es el partido. Cerrado. Núcleo dominante estructurado e impenetrable.

A esta posición pragmática se enfrenta el Movimiento Nacional y Popular, porque eso es el kirchnerismo: Un movimiento con sus convicciones ideológicas. El kirchnerismo debería terminar con el pragmatismo y consolidar del ideario nacional y popular, descartando definitivamente la posibilidad que la herramienta electoral, el partido se vuelque en el futuro por opciones de centro derecha, ya se trate de Massa, Moyano;  Reutemann; Macri o aún De la Sota o la alianza de todos ellos más Barrionuevo y otros valores que suelen andar incendiando cajones permanentemente. Se debe fortalecer un escenario político dominado por un frente de centro izquierda “transversal” (catalizado por el peronismo) y una centro derecha nítida, tal como se perfila en la mayoría de las democracias modernas. Lograr que esa derecha se busque otros canales de representación, cerrándole el paso para usar la “marca registrada” del peronismo.

 

Pero al país, ¿qué le conviene?

Con una visión de mediano y largo plazo, ¿conviene que se afiance un partido hegemónico o que se fortalezca un movimiento nacional y popular  como una opción de centro izquierda que agrupe al pensamiento progresista y a los movimientos sociales? Para un politólogo la pregunta relevante sería: Un partido peronista hegemónico, ¿es más garantía de gobernabilidad que un partido peronista transversal?  Está claro que es mucho más abarcativo y por ende más representativo de la sociedad un movimiento transversal.  La gobernabilidad es una condición necesaria pero no suficiente para revertir la decadencia argentina. Es esencial también cuáles son las ideas que predominan en las estructuras políticas y cuál es la capacidad de gestión para ejecutarlas eficientemente. El Movimiento Nacional y Popular es una instancia superadora del peronismo. Y del radicalismo. Y del socialismo. Y de progresismo intelectual Es todo eso y mucho más. Al kirchnerismo se han sumado importantes dirigentes de distintos partidos. Los más esclarecidos. Los viejos militantes de los 70 traicionados por sus estructuras y jóvenes esclarecidos que son capaces de militar desde el debate intenso.

 

Unidos y organizados

Como construcción política es evidente que ha fracasado.

Hace un par de años, y como consecuencia del fracaso parcial de instalar el primer proyecto de transversalidad como modelo de construcción y consolidación del Modelo Nacional y Popular, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner buscó consolidar una alianza de fuerzas, partidos políticos y movimientos sociales. El movimiento había sido conformado tras una convocatoria hecha a ese fin durante un acto realizado en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores en el Estadio del Club Atlético Vélez Sarsfield.

Entre los principales partidos y agrupaciones que conformaron  el frente estaban el Frente Para la Victoria,  La Cámpora, el Movimiento Evita, la Juventud Peronista, Nuevo Encuentro, Solidaridad e Igualdad,  el Frente Transversal, M.I.L.E.S, KOLINA, el Partido Comunista (Congreso Extraordinario), el Peronismo Militante, la Martín Fierro, Nuevo Encuentro y el Partido Humanista, además de otras fuerzas que, formal o informalmente, conforman el Frente para la Victoria, alianza política anterior identificada con el kirchnerismo. Su estructura debía ser dinámica, interactiva. Ser u foro de debate, pero también herramienta para atesorar poder y ganar territorios.  Como eso no  sucedió, perdió su verdadera esencia. No puede existir Unidos y Organizados sin el Frente Para la Victoria, pero, mucho menos puede existir Unidos y Organizados como herramienta de destrucción, como expresión de una oposición interna feroz que surge de un individualismo nostálgico y  lleno de odio porque consideran que han perdido privilegios que les habían sido dados.

 

¿Qué es transversalidad en Villa Gesell?

Teniendo en cuenta el tejido social geselino, la transversalidad es sumamente compleja, ya que excede en su construcción el espectro político porque la mayoría de los dirigentes pecan de un excesivo individualismo y prefieren ser dueños de un kiosco lleno de conspiradores expertos en destruir e inoperantes a la hora de construir.  

Desde el gobierno municipal se debe fortalecer la consolidación de un movimiento local, íntimamente ligado al gran proyecto nacional y popular, donde tengan cabida personas con ideas propias y distintas en una variedad de temas, pero de acuerdo en el proyecto político y en las líneas estratégicas para su consecución. Gustavo Barrera es un intuitivo creador de consensos. Le flata construirlos desde la política y eso es algo más complejo cuando los operadores son fundamentalmente fervorosos militantes de la más rancia ortodoxia, incapaz de pensar en plural.

Dentro de las ideas asumibles dentro de un proyecto político transversal, descarta las concepciones fundamentalistas e intransigentes, sectarias y no instrumentales, antisistema o antiinstitucionales. Incluye en principio todo lo que sea consistente con la construcción de un sistema de gobierno de puertas abiertas, de íntima relación con instituciones, entidades intermedias, militantes políticos sin distinción de banderías. Debería ser capaz de superar la contraposición entre peronismo y anti peronismo, kirchnerismo y anti kirchnerismo, entre los de acá y los de allá.

El transversal ismo debe dar por amortizados algunos antagonismos tradicionales de la modernidad, y en especial el que opone como realidades irreductibles a los de antes y los de ahora.

Como hemos dicho, la tendencia a la transversalidad en la política argentina tiene sus raíces en la búsqueda de sintetizar tradiciones políticas y dar nacimiento a un nuevo mundo de valores culturales y políticos. La transversalidad, en el fondo, es una desesperada búsqueda política para hacer posible una síntesis entre todos los que quieren lo mejor y sin embargo se enfrentan, debe construir  una matriz socio-político de cohesión social "neokeynesiana”. La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo “No nos votan para que nos peleemos entre nosotros, sino para que trabajemos por ellos”. La transversalidad está formalmente en las antípodas del país político "piraña", y por eso es boicoteada desde afuera y desde adentro del peronismo. Construir una fuerza transversal ubicada en el interior de  gobiernos,  de partidos, sindicatos, organizaciones populares,  es un objetivo político interesante, pero no fácil de implementar. Existen contratendencias a la idea de transversalidad, que se desarrollan a partir de la defensa de intereses políticos ya consolidados.

La transversalidad no se construye con discursos. Se construye si un núcleo político está decidido a forzar un nuevo bloque popular, con eje en el mundo del trabajo (sindicatos, empresas y centros de tecnología aplicadas) y es capaz de quebrar a la cultura rentístico-financiera que recorre a toda la sociedad. Necesita el apoyo de una política de  comunicación importante. Para que sea exitosa, la transversalidad requiere representar cabalmente a una "nueva época". Se necesita remover a la sociedad desde sus cimientos. Que no sea una "revolución desde arriba" que hasta ahora concita esperanzas y expectativas populares, todavía no cimentadas por una estrategia política para movilizar al pueblo en la dirección de la construcción definitiva de un partido que no parezca transversal, sino que verdaderamente lo sea.

 

Radicalismo Popular : En busca del tiempo perdido

El radicalismo, naturalmente, desde el 2003, debería haber trazado líneas de acción conjuntas con el kirchnerismo, con los que construyen el modelo nacional y popular y nunca jamás con la derecha ortodoxa cercana a las dictaduras asesinadoras. Ideológicamente es impensable pensar al radicalismo en una misma tribuna con De la Sota, Massa o Macri. Pero, la necesidad es realmente hereje y nos muestra una cara fantasmal, vacía de encarnadura.  Hoy, a partir de la decisión de Leopoldo Moreau y un grupo de dirigentes formados como militantes en la década del 70 y nuevos hacedores de políticas populares, las cosas parece que han vuelto a encaminarse. La alianza estratégica con el kirchnerismo, cerrada formalmente con la presencia de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el cierre del Congreso del Radicalismo Popular en Parque Norte, marca el camino a seguir: La unidad de acción de quienes tienen objetivos comunes. “Todos unidos triunfaremos. Desparramados ¿Qué mierda hacemos?

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