La columna de Jorge Fava

¿ADVERSARIOS O ENEMIGOS?

 

Asombrados, vemos cuando en medio de una pandemia que nos ha tomado a todos por sorpresa y que ha puesto al descubierto nuestra vulnerabilidades, que apareció de repente un pasado reciente en el que el aire de la convivencia se infectó de odio.

Mucho hemos hablado de la confrontación entre dos modelos de país que seguía la lógica de un mundo donde la omnipotencia de los poderosos parecía no tener ningún freno. Como casi siempre nos equivocamos en la apreciación. Es que nosotros mismos tenemos una lógica para mirar la historia de la humanidad que muchas veces está reñida con la realidad.

Estamos cargados de subjetividades que nos hacen equivocar en nuestras apreciaciones, que en la mayoría de las veces pretenden ser categóricas, y que no merecerían revisarse a la luz de la razón. Lo cierto es que nadie es todopoderoso, ni nosotros ni los que pensamos que lo son.

Pertenecemos a una especie que tiene su principio y fin sobre el planeta. No sabemos cuanta vida tenemos por delante, aunque muchos en su vanidad piensen que la suya no tiene límites y actúan como si fueran eternos. Esa visión tan individualista y tan egoísta, es la que le dio fundamento al neoliberalismo que llegó a su paroxismo luego de la derrota del comunismo con la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética.

El mundo capitalista de occidente, como lo conociéramos antes de esos episodios, tenía acotada su dominación por la existencia del otro polo ubicado en las antípodas, que servía de freno a sus ansias de dominación plena. La aparición del Estado de Bienestar surgido con fuerza luego de la Segunda Guerra Mundial como resultado de una  visión estratégica tendiente a dotar a las sociedades occidentales, especialmente a las europeas y estadounidenses que habían sido las actoras de la mayor crueldad que conociera la humanidad como lo fue aquél conflicto, de un modelo dentro del capitalismo, que sirviera de contención al sistema marxista que seducía a los trabajadores.

Los experimentos socialdemócratas anteriores para atenuar la voracidad de los gobiernos conservadores, no habían resultado. El alemán posterior a la Primera Guerra, concluyó con la aparición del nazismo autor de las atrocidades mas espantosas de la historia, causante de un drama que terminó con la vida de millones de seres humanos.

La amenaza de la expansión del comunismo stalinista, que formara parte de la alianza de para derrotar al Eje, fue la excusa para que los gobiernos de occidente le dieran vida a las ideas de Lord Keynes, siguiendo el ejemplo nacido en Estados Unidos luego de la Gran Depresión de 1930.

La irrupción del peronismo en Argentina se produjo casi al mismo tiempo al de la finalización del conflicto bélico, pero en este caso dejando atrás a un régimen fraudulento, que había desalojado por un golpe cívico-militar, propiciado por la oligarquía vernácula, a un gobierno democrático forjador de la participación plena para que clases populares tuvieran injerencia plena en la elección de sus gobernantes.

El movimiento fundado por Juan Domingo Perón impregnó de derechos a los trabajadores y además le dio el voto secreto y obligatorio a las mujeres a quienes se había postergado. Evita fue quien con su impronta y tenacidad empoderó a las clases humildes y postergadas, lo que originó el odio y desprecio de la oligarquía que arrastró detrás de si a una clase media urbana que se resistió a la igualación social de los postergados.

Es allí donde la confrontación política se tiñó de intolerancia por parte de una minoría, que a toda costa, quiso imponer su visión discriminadora hacia todo el universo de argentinos que vieron como se los consideraba y se los incorporaba a una sociedad que los excluyera durante tantos años.

Lo que la derecha vernácula considera GRIETA, no es otra cosa que el odio de clase que ellos fueron sembrando desde el principio de nuestra nacionalidad y que con el peronismo reaccionó de tal manera, que culminó con el bombardeo asesino sobre la Plaza de Mayo que le costó la vida a más de 350 ciudadanos.

Luego vendría el golpe del 16 de setiembre de 1955 y los fusilamientos posteriores en 1956.

Hoy heredamos esa GRIETA que pergeñaron los sectores del privilegio junto con la embajada norteamericana que desde entonces viene participando de todas las desestabilizaciones que sufrieron los gobiernos, que se presumieron democráticos y posteriores a los del justicialismo, hasta que luego del interregno 1973-76 con el regreso de Perón después de 18 años de proscripciones. Es allí cuando la derecha desembarcó en el poder de la mano de los militares que llevaron a cabo el mayor genocidio perpetrado contra el pueblo argentino, de acuerdo a los planes que desde Washington elaborara el Departamento de Estado para nuestra región y que tuvieron como factótum a Henry Kissinger junto a las ideas monetaristas de Milton Fridman, que fueron ensayadas y plasmadas a sangre y fuego contra el pueblo chileno luego del derrocamiento del gobierno popular de Salvador Allende.

Ya se había instalado por parte de la derecha latinoamericana su lógica del amigo o enemigo cuando veía peligrar sus intereses de clase. Allí escondía además la misma lógica demencial que impulsaba el imperio para su confrontación en la Guerra Fría. Ya no se trataba de competencias democráticas ante visiones distintas sobre las políticas públicas o internacionales. Se trataba lisa y llanamente de eliminar al adversario con una lógica de guerra brutal, transformándolo en enemigo.

Todo el andamiaje de la dictadura cívico-militar en 1976 giraba en derredor de la instalación de la misma experiencia económica inaugurada por Pinochet en Chile, que aún tiene agobiado al pueblo hermano, pero que se derrumbó cuando trató de perpetuarse con una guerra que se inició cuando la dictadura vio como su plan se derrumbaba al no poder doblegar a un pueblo memorioso de sus derechos arrebatados y que los consideraba intocables.

La obtusa sapiencia política del régimen cívico-militar, encabezado en ésa oportunidad por Galtieri que creyó contar con el beneplácito de Ronald Reagan para ocupar nuestras Islas Malvinas por la fuerza hace justo 36 años, no resultó otra cosa que embarcarnos en una guerra contra la tercera potencia mundial y apoyada por todos los países que integraban la OTAN.

El resultado fue tremendo para la Argentina que perdió todo lo que se había logrado en las Naciones Unidas durante el gobierno de Arturo Illia con respecto a la obligatoriedad  que Gran Bretaña tenía de"sentarse" a negociar la soberanía en forma pacífica sobre las islas con nuestro país.

Paradójicamente hubo otro resultado tras la derrota. La Primer Ministra británica, triunfante en la contienda bélica, resultó ganadora en su propio país al imponerle a su pueblo, alborozado por la victoria guerrerista, un tremendo ajuste económico. Ese modelo neoliberal es el que después se exportaría descaradamente de la mano de su socio estadounidense.

Luego vendría la arremetida final de ese capitalismo voraz, que con la desaparición de su enemigo soviético, infecto de neoliberalismo al mundo que globalizado económicamente fue sembrando de exclusión social a la mayoría de los pueblos del planeta, agotando sus recursos naturales y destruyendo el medio ambiente.

Hoy la Argentina comenzó el camino de la recuperación de lo logrado durante los doce años de kirchnerismo, que tras cuatro años de saqueo se perdiera en manos de  la corrupta ineptitud del gobierno de la alianza PRO-UCR. Rejunte político que arribó a la administración del Estado utilizando y manteniendo, hasta su derrota del año pasado, su perversión al reinstalar la lógica del "enemigo" para eliminar al adversario político, prostituyendo de esa manera a la democracia y utilizando a la GRIETA como argumento para victimizarse, cuando en realidad ésta fue cuidadosamente trabajada y alimentada por ellos y los medios de comunicación, que aún hoy le responden.

En un día tan especial como el de hoy, donde el gobierno nacional y popular ha vuelto a poner en la agenda de las fechas históricas conmemorativas al 2 de abril para recordar a nuestros héroes que ofrendaron sus vidas por la tierra arrebatada por la armada pirata en el siglo XIX,  la derecha vernácula volvió a aparecer en medio de jornadas de aislamiento donde los argentinos, al igual que la mayoría de los mortales habitantes de este planeta, sentimos la impotencia ante un enemigo invisible que desnudó nuestra fragilidad humana.

Cuando unos buscan desesperadamente la paz necesaria y el recogimiento para ordenar sus pensamientos. Mientras otros elevamos la oración hacia el Creador en busca de una explicación ante tanto sufrimiento, esa GRIETA vuelve aparecer como una rémora del pasado que no se quiere ir. Que se interpone arteramente para no dejar fluir los sentimientos solidarios indispensables en momentos de tanto dolor e incertidumbre, desde los balcones del alambique del odio, hacen ruido cacerolazo para defender a los ricachones, a los que el presidente con mucha valentía expuso para mostrarlos en pleno auge de sus ruindades.

Quieren imponer de nuevo su lógica y arremeten contra los políticos, contra la política. La única que puede salvarnos del desastre con su lógica de solidaridad. Pero eso a los poderosos no les agrada.

La derecha prefiere la esclavitud que trae la muerte provocada por la insensibilidad del mercado; que la vida como el resultado de la política solidara.

Todavía nos falta distinguir si en verdad, a la luz de los acontecimientos, los argentinos somos adversarios, o enemigos irreconciliables con concepciones distintas sobre nuestra vida en sociedad.

 

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