La columna de Jorge Fava

HAY QUE CUIDAR EL GALLINERO

 

"El neoliberalismo y la libertad de mercado son como un gallinero libre, en donde el zorro libre se come a las gallinas libres" Raúl Alfonsín

 

Corrían los tiempos del neoliberalismo menemista. El sultanato riojano ya había hecho estragos en la economía y la sociedad argentina, cosechando los aplausos de la banda internacional de usureros que comandados desde Washington, presentaban al usurpador del justicialismo, puesto a los pies del dios mercado, como el estandarte del neoliberalismo a nivel continental.

Era el ejemplo en donde debían mirarse todos los países de la región si querían contar con los favores del imperio voraz, que una vez más imponía sus condiciones.

Deambulaban por los medios de siempre las “chicas del poder” cómo María Julia Alsogaray, Adelina D'Alessio de Viola que hacían las delicias de la tele platea de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona. Empresarios que vivían del Estado como el papá y el nene Macri eran presentados como ejemplo para todos aquellos enamorados de un modelo que poco a poco iba enfermando de gravedad a una Argentina adormilada por el embrujo de la convertibilidad de Cavallo.

Roberto Dromi se paseaba por los canales mostrando las "bondades" de las privatizaciones de las empresas que alguna vez en su historia peronista, el partido que fundara el General Perón había creado para orgullo de los argentinos. Ahora bajo la pica de los herejes de su doctrina, caían Entel, SEGBA, Ferrocarriles Argentinos, YPF, YCF, Obras Sanitarias de la Nación, Gas del Estado, SOMISA, etc. Las joyas de la abuela se remataban para sustentar un plan, donde la falacia que un peso era igual a un dólar, hacía fantasear a muchos compatriotas que se imaginaron viviendo en un paraíso donde flameara la bandera tricolor de las barras y las estrellitas.

Fomentaban la ensoñación cipaya personajes como Eduardo Bauzá, Eduardito Menem, Carlos Vladimiro Corach, José Luis Manzano, Miguel Ángel Pichetto, "Tata" Yofre,

Jorge Asís, Guido De Tella y toda suerte de payasos revestidos de “peronismo moderno”, como les gustaba llamar a ese experimento depredador a los alcahuetes de aquél poder “temporal", que rendía culto al Gran Jeque en la quinta de Olivos, en sus bacanales de fútbol televisado, acompañado de viejas figuras riverplatenses y degustando la tradicional “pizza con champagne, "para delicias de las chicas de compañía.

Rodolfo Barra daba cátedra publica de como se debía destruir todo el andamiaje legal que se había construido otrora, para asegurar el Estado de Bienestar peronista. Éste aseguró su anclaje en la cultura popular, pero desde la traición mas aviesa, se logró que triunfara culturalmente el individualismo que destruiría el tejido social, reconstruido posteriormente durante los doce años del kirchnerismo.

El mismo afamado doctrinario fue el artífice del destrozo judicial generado con la creación del entonces Fuero Federal de las 4 x 4, en Comodoro Py, alimentado con sobresueldos originados en la SIDE, que además ablandaba económicamente a periodistas, a opositores y enriquecía a funcionarios venidos a participar de la gran fiesta corruptora del Estado.

Mientras los Gordos de la CGT menemista batallaban su adhesión sin objeciones al nuevo orden, que los tenía como protagonistas y abanderados de la traición a los trabajadores, los jubilados gastaban las veredas y las adyacencias del Congreso para hacer oír sus reclamos a un poder del estado puesto a acordar todo lo que el oficialismo propusiera, en una suerte de complacencia tácita para mantener privilegios conseguidos, mientras el hambre se hacía sonido en los estómagos de una clase pasiva que cosechaba un nuevo enemigo en las AFJP.

Mientras todo este drama ocurría, muy pocas voces se oponían a este nuevo orden. La de Raúl Alfonsín era la principal, pero como tal era ocultada por los grandes medios que lo habían ungido como un gran enemigo de los “poderes establecidos”,  al que era preciso invisibilizar en el ninguneo constante, y de ser preciso desprestigiar con todo tipo de operaciones. 

El complejo entramado comunicacional, tenía su papel en el armado de una nueva moral neoliberal donde era necesario mostrar como virtud el acercamiento de Menem con el fusilador Almirante Isaac Rojas o la alcahuetería payasesca de un presidente balbuceando un inglés ridículo para agasajar a su “dear George Busch" padre.

El ex presidente Alfonsín, desde su ostracismo fabricado por Magnetto, batallaba desde su departamento de la Avenida Santa Fe para impedir que se consumara la pretensión de la oligarquía de mantener en el poder a su “felpudo preferido". Menem contaba para ello con la complicidad de algunos dirigentes del partido radical como los gobernadores Angeloz, Maestro y Massachessi a los que se sumaría luego Federico Storani, al aceptar previo a las elecciones legislativas de 1993 el pacto de gobernabilidad, propiciado desde el poder y por la intervención directa de Hugo Anzorreguy, quien hacía las veces de operador privilegiado desde la SIDE de toda esta suerte de “captación de voluntades” puestas a perpetuar al riojano en el gobierno.

La piedra en el zapato del líder radical que significaban estas claudicaciones, lo llevó a mantener aquella reunión secreta en casa de Dante Caputo, con Enrique Nosiglia y Luis Barrionuevo como artífices del encuentro, para pactar una reforma constitucional que se plasmó en Santa Fe-Paraná en 1994.

Mientras se transitaba la campaña electoral para convencionales constituyentes, la voz de quien fuera presidente entre 1983 y 1989, se escuchaba en los actos y uno de los latiguillos de sus encendidos discursos para arremeter contra el neoliberalismo rampante, era:"el neoliberalismo y la libertad de mercado son como “un gallinero libre, en donde el zorro libre se come a las gallinas libres".

Muchos no quisieron entender esta metáfora rural que ejemplificaba muy simplemente cual era el nivel de perversidad del sistema preferido de los bancos y las corporaciones para hacer negocios con el hambre y la explotación de los pueblos. Sus reclamos de libertad de mercados y privatizaciones no eran otra cosa que el reclamo de una clase privilegiada que anteponía, y lo sigue haciendo, sus intereses particulares en detrimento de toda la sociedad.

El eco de la discordancia interna en el PJ nacional, apenas se hacía escuchar en las voces lejanas de Néstor Kirchner y su esposa Cristina, una dupla política puesta a hacer historia en la Argentina diez años mas tarde. Ese Sur olvidado y ninguneado por el gobierno central, se vio conmovido cuando el Gobernador de Santa Cruz se enfrentó con el poderoso Ministro de Economía, por el depósito de las regalías petroleras en un banco del exterior, para mantener a las arcas de su provincia a salvo de los cimbronazos de una convertibilidad que eclosionaría inexorablemente.

La dupla militante que recuperó la política y la credibilidad de las grandes mayorías populares, encontró en la asamblea constituyente un interlocutor que los representaba, mas allá las diferencias lógicas con el caudillo radical.

Como nunca la situación actual, y luego de sus distintas experiencias, las líneas coincidentes convergen en una visión que generó una mistura nueva en lo referente a la lucha contra el enemigo neoliberal, que en medio de la pandemia, ha mostrado sus fauces destructoras. Quedó en claro la razón post mortem que refiere a esa lucha que hace más de un cuarto de siglo encaró el ex presidente  Alfonsín contra esa ideología que lo había maltratado, al punto de hacer naufragar su gobierno, y que es bueno decirlo sucumbió también por las complicidades de muchos de sus funcionarios, que no entendieron la realidad, o que eran colaboradores solapados de intereses que atentaban contra la Nación misma.

Hoy está a la vista como muchos dirigentes radicales que juraban lealtad a su adscripción alfonsinista, no eran otra cosa que oportunistas que se cobijaban a la sombra de un líder que les servía al solo hecho de proseguir usufructuando las cercanías con “la dulzura del poder”,  que los utiliza al ritmo de sus intereses.

El mundo padece una crisis sanitaria sin parangón, que inmediatamente se transformó en una debacle económica, pero que preanuncia una hecatombe que la humanidad no imaginaba mientras bailaba sobre una cuerda que pendía sobre el precipicio de la depredación ambiental, causante según muchos científicos, de la irrupción de distintas epidemias que fueron escalando hasta llegar hasta este presente de muerte y devastación ocasionado por el SARS Cov2 (COVID 19).

La desesperación clama a los Estados para intervenir en auxilio de las víctimas. Se reclama atención sanitaria en los hospitales públicos para resolver el drama de los enfermos víctimas del virus desparramado por las líneas aéreas y los cruceros de lujo, en una suerte de enfermedad apocalíptica extendida de Norte a Sur y de Este a Oeste, para que ningún país se quede afuere de esta fiesta fúnebre.

Las economías se derrumban, el desempleo aumenta exponencialmente en todas las latitudes del planeta. Los millonarios quieren que los gobiernos no intervengan para seguir lucrando con la explotación llevada al paroxismo y seguir acumulando riquezas, que a esta altura no puede explicar tanta avaricia descontrolada.

La Argentina kirchnerista, porque de eso se trata nuestro gobierno, de la mano de Alberto hace gala de una consecuencia ideológica que no es frecuente en el mundo, lo que le ha ganado los elogios de distintos pensadores y medios internacionales. Ha puesto el Estado a socorrer a la ciudadanía como nadie lo ha hecho en ningún país del orbe. Millones de pesos destinados a paliar las necesidades de trabajadores formales e informales, pequeños empresarios, profesionales, comerciantes, desempleados y jubilados, en un esfuerzo descomunal, mientras lo atosigan los buitres de siempre para cobrar una deuda contraída por una “peste política amarilla" que aún pretende posicionarse para imponer condiciones inaceptables a nuestra sociedad.

Mientras países vecinos, potencias europeas o el mismo Estados Unidos de Norte América, padecen el desastre pandémico, sus sociedades acomodadas y su clase política dominante aliada al poder económico sucumben ante la realidad, el egoísmo sigue tironeando hacia abajo a una moral humanista que parece haber desaparecido de la faz de la tierra, nuestro gobierno muestra una entereza que deslumbra ante tanta oscuridad.

En medio de este tembladeral de presiones, se ha puesto en marcha el parlamento y sus dos cámaras inauguraron las sesiones a distancia, luego de la jugada lúcida de Cristina para que la Corte contestara lo que se necesitaba:"que el Senado puede dictar su propio reglamente para sesionar virtualmente".

Queda allanado el camino para aprobar las leyes necesarias para exigir de los sectores más ricos de la sociedad, la contribución indispensable para hacer frente a esta situación tan delicada, como así producir la reforma judicial que se reclama para terminar con los caprichos de un poder que ha caído en el mayor de los desprestigios desde los tiempos en que la política, de la mano de los poderes fácticos lo secuestraron para sí, y de esa manera hacerlo su sirviente obediente.

La oposición deambula entre la necesidad de estar en el mismo bote que el oficialismo gobernante para mantenerse a flote en los provincias que conduce y en las intendencias que administra, mientras que otro sector, en una operación perfectamente pactada con la primera,  somete al oficialismo a todo tipo de ataques arteros conjuntamente con sus medios adictos para debilitarlo y así favorecer a sus amigos externos con los que en una asociación mafiosa destruyeron la economía argentina.

Han cambiado los tiempos, como dice el presidente argentino:"ya nada será igual".

La economía mundial se degrada mientras el medio ambiente respira aliviado como lo demuestran la disminución de contaminaciones en los mares, ríos y en el aire que respiramos.

En este presente argento, los agro exportadores, expresión privilegiada del egoísmo y la prepotencia oligárquica, acopian en sus silo bolsas los granos aguardando, como siempre, la oportunidad propicia para vender y acumular dólares en sus bolsillos, sin reparar en la necesidades de la Patria. Las empresas multinacionales alimenticias, de higiene y laboratorios medicinales desnudan su crueldad inflacionaria para apropiarse de los recursos de una sociedad y un Estado, lastimados al extremo por las crisis recurrentes que no dan respiro.

El gallinero libre ve deambular al zorro libre comiéndose a las gallinas libres. Es hora que el Estado diga basta y termine con estas prácticas recurrentes que hacen muy engorrosa y agobiante la vida de los habitantes de este bendito país.

En situaciones como las presentes, las prédicas del consenso democrático de las que era tan afecto Raúl Alfonsín y lo es Alberto Fernández, no son las recomendables para una situación donde la fuerza del poder dominante aplasta cualquier tipo de acuerdo que se quiera lograr desde una posición muy desigual.

A la luz de los reclamos, cada día más desgarradores de los que ven como su vida cae en el tobogán de la desesperanza, creemos como Gramsci o Laclau, que es necesario construir, con las demandas insatisfechas encolumnadas detrás de la demanda aglutinadora de mayor presencia estatal, resolver esta crisis que por su magnitud pasa a ser humanitaria, creando la hegemonía necesaria para derrotar a este neoliberalismo de una buena vez por todas, y así lograr un cambio paradigmático en nuestro país y en la región.

Ha llegado la hora de "cuidar el gallinero libre, para impedir que el zorro libre se siga comiendo a las gallinas libres",  si queremos tener una vida digna como país soberano, y un mundo donde valga la pena vivir.

 

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