Todo cabe en un orgasmo y en
140 caracteres sabiéndolo acomodar
CUENTITOS PARA TWITTER
Antes uno común
Tierra de escritores
Contra lo habitual en otras latitudes, en este territorio
generoso es posible trabajar sin horario fijo, mucho, poco o
nada, sin que esto tenga graves repercusiones, fuera de ser
etiquetado (en secreto y con absoluta discreción) como pelotudo
o maniático obsesivo, según el caso y la intensidad; cultivar
diversas personalidades sin ser considerado esquizofrénico y
hasta sostener diálogos entre ellas, cambiar de sexo como de
medias, rejuvenecer o volverse viejo a voluntad, adquirir forma
de marciano, ostra, feromona o alguna deidad exótica. También es
posible tener amores y aventuras sin reclamos, celos o
consecuencias graves, viajar en el tiempo y el espacio, morir y
resucitar, autoinmolarse, cual monje budista, y renacer de las
cenizas, con la frescura de una flor de primavera, hacerse
pequeño hasta desaparecer o caminar a trancos de planeta en
planeta.
Lo mejor de todo es que queda constancia escrita de ello y
nadie, absolutamente nadie, se preocupa por recomendarle algún
medicamento o un siquiatra a su vecino. Esto es lo que llamo una
tierra de libertad y oportunidades. ¿O será acaso una aceptación
tácita y resignada, la institucionalización de aquello que dice:
“cada loco con su tema”?
Cabeza
A nadie le extrañó que su exhibicionismo y su interés por las
guillotinas le hicieran perder la cabeza.
Bruja
Con espanto vieron cómo renacía de las cenizas.
Crisis
Nos enamoramos definitivamente, cuando construíamos codo a codo
la Torre de Babel...
Sorpresa
Se sacó los lentes para frotarse los ojos y volvió a chequear
los resultados. El científico no esperaba encontrar vida.
Justicia
La serpiente desea el pájaro muerto en el camino. Las ruedas...
ruedan hasta convertir el deseo en una línea gris que cruza el
camino.
Tarea
-¿ Y el cuento alumno?-
- No lo traje señorita, porque lo escribí en el cielo, y al
final se lo llevó el viento .
Ilusionista
Al descender el cajón se oyeron ruidos en su interior. Los
deudos, reconociendo su pericia, le brindaron un conmovido y
postrer aplauso.
Gold
Cuando los pensamientos se le volvieron de oro, murió de
espantosos dolores de cabeza.
Método
No conforme con el daño que su canto causaba, esta sirena tendía
redes de silencio para atrapar a los marineros sordos.
Mirada
–Te vi con mis propios ojos
–¿Con qué más podías haberme visto?
–Con el corazón; pero me es imposible: es ciego.
Lápiz
Cansado de crear historias que no son mías, pero que disminuyen
mi vida, moriré pronto y seré reemplazado por otro como yo.
Detalle
La historia era descarnada, la muerte misma. El manuscrito
estaba a su lado el día que lo exhumaron.
Encuentro
- ¿Por qué no te conocí antes? ¿Dónde habías estado, querida
mía?
- Atravesando paredes, dulce amor.
Meta
Tres días lleva el cazador insomne persiguiendo al sueño. Al fin
lo abate.
Ahora podré mirarlo de cerca, dice.
Pero exhausto, cae dormido
Espacio
Dado el primer paso, flotó y se deslizó en el vacío. El miedo lo
sacudió: más de media vida en el espacio exterior, y esto era la
muerte.
Ciclo
Surgido otra vez de entre las cenizas de sus cenizas, el ave
fénix sacudió las alas antes de morir unos segundos.
Aprendizaje
Se habían profesado un amor tan grande que, tras la ruptura,
ambos corazones debieron aprender a latir por separado.
Nuevamente
La muerte lo sorprendió con una bala: no pensaba que pudiera
morirse más que lo que ya había muerto el año pasado.
Vocación
El poeta acabó su cuento y descubrió que podía recorrer, más
mundos que con los poemas. Se metió en sus historias y
desapareció.
Finalmente
Solo cuando Dios entro en el laberinto, perdió todas las dudas
sobre su inexistencia
Espejo
Se disfrazó de fantasma, se miró en el espejo y no se encontró
reflejado
Método
Puso un océano y una muralla de años eternos entre ambos. Era la
única manera de volver a sus brazos.
CORTITOS Y AL PIE
Los de siempre, pero peores...
1989
Cae el muro. Se abre un futuro prometedor. Todo el mundo se
muestra receptivo a conocerlo. Berlín se llena de modernos
augures y sibilas dispuestos a hacer su agosto en noviembre. Una
joven desenguanta el mapa de su vida y se lo ofrece a una gitana
experta en desentrañar las rutas. “¿Viviré mucho?”, pregunta.
“Hasta los 90”. La chica se cree afortunada, la gitana no le
cobra la lectura.
Máquina del tiempo
Al llegar a su destino, encontró a sus hijos y tuvo la
oportunidad conocer a nietos y bisnietos. Más tarde, cuando vio
la tumba, preguntó cuándo había muerto. Con tristeza le
informaron que nunca fue posible precisarlo. Veinte años atrás
salió a perseguir un sueño y nunca volvió a ser visto
El ahorcado
En el momento preciso, la cuerda se tensó y emitió una vibración
grave, semejante a un lamento perceptible solo para el oído
entrenado, que marcaba el final de su ejecución. Momentos
después, el público complacido rompía en vítores.
Apagón
La suerte estaba de su lado: la cena transcurrió a la inevitable
luz de las velas. Lo que siguió después, no hubo forma de
hacerlo de otra manera. Las consecuencias se sabrán más tarde.
Apocalipsis
A mitad de la lectura, las palabras jugaron como niños en las
caracolas de su oído. Las luces se hicieron mortecinas y se
instalaron el silencio y la oscuridad. Los ojos vieron sin ver y
el alma dejó de tener sentido.
Trapecista
Ahora, mientras se arrastra penosamente en la silla de ruedas,
piensa que quizás no fue una buena idea contratar como compañera
de número a Olga “La manca”, pero era tan bella...
Desafinada
Allá a lo lejos se ve, contra el tajo del horizonte, la sombra
de Santos Vega a lomo de su caballo. Ya no entona sus endechas,
no se oye su rasgueo, triste anda las pampas, vencido. Juan Sin
Ropa le ganó la vida en una payada de contrapunto.
—Ahora sé que era el Diablo —dice el payador al sol que va
cayéndole a un lado—. Aquel día mi guitarra se dio cuenta,
compadre, no la puedo culpar.
Sangre
Entre las sombras del callejón, su taconeo se te clava en la
carne como agujas. En seguida, tu cuchillo le devuelve el trato,
brilla en la oscuridad como ráfagas de jazz. Cuando todo acaba,
te agachas para lamer una a una sus heridas. Su sangre tiene un
azul intenso. No te extraña, te lo dice la experiencia: Cuanto
más puta, más princesa.
PC
La creó, virtual y perfecta, a medida de sus deseos. Encerrada
tras el cristal del monitor, le observaba con sus grandes ojos
negros, su pelo moreno ondeando con suavidad por una brisa
inexistente. Su piel de textura perfecta y su mirada cómplice,
eran sólo cálculos y pulsos eléctricos, así como su sonrisa y
sus gestos. Pero él hablaba y ella respondía, y sus palabras le
daban siempre consuelo y ayuda. En ocasiones se miraban con
ternura, y luego reían y seguían charlando. Cuando debía apagar
la computadora, su corazón se llenaba de pena y el de ella de
frío electrónico.
Síndrome
La ausencia de gestos atrae la atención de las personas con las
que intento comunicarme. Por asunto personal y tras un laborioso
trabajo interior, he conseguido desprenderme de los rasgos
característicos que expresan algún tipo de emoción. Tan sólo el
detalle del permanente crecimiento de mi nariz delata la tara
psíquica de la que adolezco.
Deseos
Querían y lo hicieron. Ella quería y lo hicieron. Él quería y lo
hicieron. Ella no quería, y lo hicieron. Él no quería, y lo
hicieron. Hubieran querido, pero no lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron. No lo hicieron.
No lo hicieron.
Complejo
Freud llegó a casa a media mañana, había olvidado las notas para
la conferencia. Encontró a su mujer en brazos del novio de su
hija. Sus sentimientos respecto a la traición fueron subiendo de
tono, después de asombrarse y sentirse consternado, al borde del
paroxismo, llegó a la conclusión de que era un genio: su teoría
sobre el complejo de Edipo era todo un éxito.
Finalmente
Besé sus labios, imaginando los tuyos.
Sentía su aliento, deseaba beber el tuyo.
Tenía su piel sobre la mía, anhelaba que fueras vos.
Oía gemidos, y revivía los nuestros.
Cuando todo acabó, quedé solo con tu ausencia.
Llovizna
La razón me implora a gritos que me aleje. Mas sentir que me
recorre tu mirada morena, tu cálido abrazo y que mi cuerpo quede
extasiado de tus labios, es todo lo que necesito. No hago caso a
la razón y me sumerjo en el mar de tus ojos, en el volcán del
deseo y en el éxtasis que me transporta al paraíso.
La lluvia caía lenta y silenciosamente. Podía verla gracias a la
luz de las farolas, haciendo que la rambla luciera brillante y
bella.
Seguí caminando sin rumbo, admirando la solitaria noche,
haciendo lento mí paso.
El mar olía diferente y el raro calor, a iodo y brisa, a lluvia
marina. Saboreé las gotas alzando el rostro hacia el cielo y no
pude evitar sonreír mientras el agua resbalaba por mi cuerpo
también, lenta, casi sensualmente.
No había viento, era una perfecta noche para estar, cerca tuyo,
muy cerca, como la lluvia en mí, como la arena en el mar.
Tus ojos negros me penetraron, tu piel morena se tornó
brillante, como la rambla en sí. Te amé, siempre lo he hecho,
sin embargo sabía que iba a perderte, como la calle a la lluvia
y mi corazón se partió.
Pero bajo esa lluvia y en ese momento eras mía, y cada vez que
llueva así, yo te tendré, mientras cierre los ojos y pueda
sentir en mi piel esa suave y tierna llovizna marina.
Psicologías
El pez detuvo su nado y observó al animalito que seguía con
atención sus movimientos. Parpadeando insistentemente,
lamiéndose las manos en un baño interminable; envuelto en ese
ronroneo como de arena que se cierne, el gato no era el animal
temible que los viejos caracterizaban para asustar a los
pececillos. Es más, se decía el pescado, estoy seguro que si
habláramos un mismo lenguaje, llegaríamos a ser buenos amigos.
Desde su monotonía al otro lado del cristal, el gato se
preguntaba qué tanto pasaría por la cabeza del pez, que había
dejado su nadar nervioso —que tan de malas lo ponía—. Tal vez
tenía que ver con la recomendación de su psicólogo, quien
afirmaba que para calmar sus instintos agresivos, no había mejor
terapia que sumirse en el aburrimiento de ver a los peces nadar.