La columna de Jorge Fava

VIEJOS VINAGRES

Ayer esperando al colectivo en una de las paradas de Villa Gesell, escuchaba la conversación que tenían dos señoras mayores. La mas rubia, con baño de queratina incluido, le decía a otra, que aparentaba ser mayor a ella, que:"Lo que viene va a ser terrible. La banda de corruptos con esa chorra a la cabeza, van a gobernar otra vez”. No quise escuchar más y me fui caminando hacia la parada siguiente. Mientras tanto pensaba lo difícil que van a ser los próximos años del gobierno nacional y popular. No es nuevo lo que digo. Más de uno de ustedes habrán escuchado este tipo de comentarios, y otros peores sobre Cristina y el kirchnerismo. Gran parte de una franja etaria que está por encima de los sesenta o sesenta y cinco años, vocifera de la misma manera y dice las mismas sandeces, ya sea por una suerte de estigma de clase media resentida, o porque su permanencia frente al televisor mirando programas que le envenenan el alma o escuchando las radios de los grupos hegemónicos, hacen que su sentido común esté alimentado por todas las operaciones ideadas en las usinas de la mafia mediática.

Hay una predisposición a creer toda esa basura que vuelcan sobre la cabeza de la población, todos los días y a toda hora. Lo más probable es que eso que tuvieron escondido en su subconsciente, ahora se haya liberado gracias a la pérdida de los frenos morales que se desconectaron del lenguaje de muchos operadores periodísticos que les envenenan la vida con argumentaciones, a las que adscriben sin chistar, porque siempre pensaron eso pero no se animaban a explicitarlo. Es como si las inhibiciones propias de la educación hubieran sido desconectadas y al sentirse liberados, destilan todo su veneno donde fuere. Sin importarles lo que piensan los demás, o si los lastiman con sus comentarios racistas o discriminadores.

Lo cierto es que uno que está dentro de esa franja otoñal de la vida, se pregunta

por los motivos reales que tienen toda esa suerte de “avinagrados" para pensar que todo lo que dicen es una verdad irrefutable a la que quieren imponer a sus hijos y nietos, más allá que en la carrera de la vida, ya recorrieron la última curva para entrar en la larga, o en la corta recta final. Algo que no está en nuestras manos.

Es ser muy egoísta tratar de imponer nuestra estrecha y malhumorada visión

a todos los que vienen detrás de nosotros. Sobre todo si hemos sido hacedores de una historia compartida por múltiples fracasos y muchos de ellos, con lágrimas de sangre incluidas.

Somos de los que pensamos que la actitud ante la vida debe ser otra muy distinta. Tenemos que tener la predisposición a bregar por un porvenir mejor, aunque no nos toque la dicha de verlo. Después de todos los grandes idealistas de la humanidad soñaban con un mundo mejor para los demás, no para ellos.

Esa forma de concebir la existencia, compartiendo con los demás, te hace feliz

Te rejuvenece. Sentís que tu vida no pasó en vano. Que no fue un fracaso.

Argentina y la Región viven desde su independencia de España y de Portugal en una continua lucha por la libertad. En nuestras naciones anidan castas del privilegio, que no dudan en mantenerlos, aún a costa de perder la soberanía. El cipayaje, como le gustaba describir a Jauretche a toda ese clase dominante especialista en regalar el país para agrandar sus propias fortunas, es el generador de todos los males que padecemos.

No sentir ese deseo de independencia real. Que no te corran por las venas esas ansias de justicia y de igualdad para vivir en una sociedad solidaria, es estar en el bando de los enemigos de la Patria.

Entregarnos al determinismo de una historia que siempre escriben los ganadores, es dejarnos morir todos los días un poco. Envejecemos en el cuerpo, por que manda la biología. Eso no significa que debamos envejecer en el espíritu. Al contrario, ponernos codo con codo con los más jóvenes, hace que aportemos la experiencia que nos dan los años para que no se cometan los mismos errores que marcaron nuestros años pasados, con tantas derrotas sobre nuestras espaldas que se podrían haber evitado, de no haber primado distintas circunstancias, pero sobre todas las cosas, las traiciones.

Además de arteras y moralmente despreciables, las traiciones son las principales responsables de nuestros fracasos. De ahí nuestra insistencia en ponerlas en evidencia y denunciar a los traidores.

El movimiento nacional y popular en nuestra Patria Grande, siempre estuvo cruzado por las deslealtades emparentadas con las prebendas y las coimas que reparte el opresor. El poder de los imperios que hemos enfrentado, siempre fue rápido para detectar a los corruptos que se prestaran a entregar a todos aquellos que osaran a desafiarlo, ya sea por ambiciones dinerarias o políticas. Hoy la situación es la misma. Sólo miremos a los pueblos que nos rodean. Todo es pobreza y lágrimas por el lado de los débiles, latrocinio y saqueo de parte de los poderosos. Todo es igual, nada ha cambiado.

Es en ese torbellino de las ideasen que nos gusta movernos, vemos que el Frente de Todos abrió una  hendija que tal vez nos permita colarnos para derrotar a los enemigos de la Patria.

Como soñara Ernesto Guevara, y tal vez como uno de esos caprichos de la humanidad, la"era está pariendo un porvenir", y nosotros no queremos que se pierda, aunque no nos toque vivirlo

 

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